Todo el mundo sabe que hay diferentes colores de uvas, ¿verdad? Pero no todos conocen la verdadera razón de los diferentes colores de las uvas.
¡Así que vamos a entender mejor todo el proceso!
El color de las uvas se define durante un proceso natural llamado coloración o envero. Antes de la coloración, las bayas son pequeñas, duras, muy ácidas y de color verde debido a la presencia de clorofila.
Es en esta etapa cuando la vid transporta sus reservas energéticas desde las raíces hasta las bayas y la clorofila es reemplazada por antocianinas (variedades rojas) o carotenoides (variedades blancas), azúcares y otros nutrientes. Después de la coloración, las uvas comienzan a aumentar drásticamente de tamaño a medida que acumulan azúcares (glucosa y fructosa) y comienzan a desarrollar compuestos aromáticos. Durante este tiempo, los niveles de acidez comienzan a disminuir y los azúcares aumentan hasta que las uvas están perfectamente equilibradas y listas para ser recolectadas.
Las pieles de las bayas comienzan a teñirse. Primero, ligeramente rosada en el caso de las variedades rojo, o amarilla en el caso de las variedades blancas.
¿Y qué determina el color de las uvas?
El color que tienen las uvas es el resultado de una interacción entre la genética y el entorno en el que se cosechan. Vamos a ver cómo se comportan estos factores:
- Influencia genética: La genética es el factor principal en el color de las uvas. Las uvas heredan su color de sus variedades parentales a través de los genes que codifican los pigmentos. Ya hemos visto antes que estos pigmentos pueden ser antocianinas (en uvas rojas y negras) y carotenoides (en uvas verdes y amarillas) y son los responsables de la gama de colores que vemos. Estos genes también pueden ser influenciados por mutaciones y cruzamientos, resultando en nuevas variedades con colores únicos.
- Factores ambientales: Aunque la genética establece la mayor parte del color, el ambiente en el que crece la vid puede tener un impacto muy importante en cómo se expresa este color. Factores como la exposición al sol, la temperatura, el suelo y las prácticas de cultivo pueden afectar la intensidad y la calidad del color de las uvas. Por ejemplo, una menor exposición al sol puede llevar a una menor producción de antocianinas, resultando en uvas rojas más claras.
- Interacción entre genética y ambiente: La interacción entre los factores genéticos y ambientales puede ser compleja. Por ejemplo, algunas variedades de uva pueden desarrollar colores más intensos en climas más cálidos, mientras que otras pueden prosperar con colores más vivos en climas más fríos. Esto significa que la misma variedad de uva puede exhibir diferentes tonalidades dependiendo de dónde se cultive. Así, las uvas tienen diferentes colores, dependiendo de la variedad y su madurez.
El cuidado de las uvas es fundamental para su color
En climas fríos, los agricultores pueden cortar o “podar en verde” algunas ramas de las vides. Esto asegura que las ramas más sanas reciban más nutrientes y azúcares de las raíces. Y en climas cálidos, se suele proteger las ramas del sol para ralentizar la velocidad de maduración y la acumulación de azúcares.
Cada región y cada tipo de variedad requiere unos cuidados diferentes para conseguir una maduración perfecta.
Por último: la cuenta atrás para la cosecha, la transformación en el color de las uvas
La etapa del envero es un indicador crucial para determinar el momento perfecto para la cosecha. Durante esta etapa, las uvas se acercan a su madurez plena. Es un periodo en que los agricultores observan los cambios en el color, sabor, tamaño y textura de las uvas.
Es en este periodo cuando las uvas muestran una transformación en su color. A partir de ahí, hay que esperar entre 25 y 35 días para que las bayas estén completamente maduras.
¡Aquí es cuando se realiza la cosecha y comienza el camino directo de la finca a tu mesa!