¿Dónde se originó el melocotón y cómo comenzó su cultivo?

El melocotón (cuyo nombre científico es Prunus persica) tiene su origen en China, donde comenzó a cultivarse hace más de 3,000 años. Este país asiático es el lugar donde el melocotón adquirió un profundo simbolismo cultural, siendo asociado con la inmortalidad y la longevidad en la tradición china.

Las referencias más antiguas a su cultivo se encuentran en textos históricos y poemas chinos, que destacaban la dulzura de la fruta y su capacidad para crecer en climas templados. El cultivo del melocotonero se expandió dentro de China gracias a las condiciones climáticas favorables y la habilidad de los agricultores para seleccionar las mejores variedades.

Desde los primeros registros, se sabía que la domesticación de este fruto implicaba un cuidado especial para que mejorase su sabor, textura y resistencia. En su etapa inicial, los melocotoneros eran pequeños árboles silvestres con frutos de menor tamaño y sabor más ácido, pero gracias a la selección agrícola, evolucionaron hacia la fruta dulce y jugosa que conocemos hoy.

La expansión del melocotón fuera de China

El melocotón fue introducido en Europa por los romanos, quienes lo trajeron desde Persia alrededor del siglo I a.C. Los romanos lo llamaron malum persicum (fruta pérsica), y de esta denominación derivaron los nombres en diversos idiomas: «pêssego» en portugués, «préssec» en catalán, «pesca» en italiano, «piersici» en rumano y «pêche» en francés. En España también recibió el nombre de «albérchigo» proveniente del árabe y aunque es menos común, aún se utiliza en algunas regiones andaluzas.

Curiosamente, la palabra melocotón tiene un origen etimológico diferente. Proviene del latín «malum cotonium» que hacía referencia al membrillo ya que los romanos utilizaban el tronco de los membrilleros para injertar variedades de melocotoneros.

En aquella época, los melocotones eran considerados un lujo reservado únicamente para las élites romanas debido a su rareza y el cuidado necesario para su cultivo. Incluso se plantaban en jardines privados y villas, donde eran símbolo de riqueza y sofisticación.

Durante la Edad Media la expansión del melocotón en Europa fue lenta debido a las limitaciones en el comercio y la agricultura. Poco a poco, con el avance de las técnicas de cultivo y la mejora de las rutas comerciales el melocotonero comenzó a adaptarse a distintas regiones europeas, sobre todo en climas mediterráneos como España, Italia y Grecia.

En España, la llegada del melocotón fue gracias a la influencia árabe, quienes introdujeron conocimientos avanzados en agricultura, como por ejemplo, los sistemas de riego que favorecían su cultivo.

Y si seguimos avanzando…

A partir del siglo XVI, el melocotón comenzó a ganar popularidad en otros países europeos llegando incluso a las cortes reales de Francia e Inglaterra. Su fama alcanzó un nuevo hito cuando los colonizadores europeos lo llevaron a América.

Allí establecieron el cultivo del melocotón en países como México y Estados Unidos. Y así es como el melocotón dejó de ser una fruta exótica para convertirse en un producto agrícola global.

Características que hacen únicas al melocotón

El fruto del melocotón también se distingue por sus características únicas. Es una «drupa», es decir, una fruta de hueso que aísla su semilla la cual contiene amigdalina. Su carne puede ser amarilla o blanca, con un sabor dulce y un aroma muy delicado.

Dependiendo de su variedad, la carne se puede separar fácilmente del hueso («prescos») o adherirse a él, como en el caso de las pavías.

Por otro lado, existen variedades específicas como los melocotones achatados, los cuales conocemos comúnmente en España como paraguayos o chatos, y las platerinas, una versión sin piel vellosa. Estas variantes, junto con las nectarinas (de piel lisa), reflejan la diversidad y la evolución genética del «Prunus persica«, que ha permitido adaptar el cultivo a diferentes regiones y mercados.

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