En El Ciruelo estamos comprometidos con la calidad y la sostenibilidad en nuestros productos, además nos gusta innovar y buscar nuevas soluciones y experiencias para nuestros clientes. Pero todo esto no sería posible si no conociésemos el origen y la historia de lo que trabajamos.
Al igual que sucede con los grandes chefs, no se puede innovar en cocina si no se conoce el abc, el origen de cada plato, y en el caso de los cultivos sucede igual. Nos sentimos muy afortunados por contar con una tradición agricultora de décadas, que nos ha permitido conocer la historia de cada uno de nuestros productos, y hoy queremos compartir contigo el de la uva.
El origen de la uva y su recorrido hasta hoy
El fruto que conocemos como uva en la actualidad, que cuenta con más de 3000 variedades distintas y se presenta en racimos abultados, no siempre ha tenido esta apariencia. Las evidencias arqueológicas sitúan el origen de la uva en zonas de monte del Cáucaso y Asia occidental, pudo ser un alimento clave en el surgimiento de la agricultura y el paso del Paleolítico (sociedades cazadoras recolectoras) al Neolítico (sociedades productoras, ganaderas y agrícolas).
Un fruto como este, que se presentaba en forma de fruto silvestre, pudo ser una especie que formó parte de la alimentación de nuestros antepasados durante milenios, y una de las primeras especies de frutales en domesticarse. Tenemos constancia de su importancia para muchas sociedades de la Antigüedad (3750 a.C.-476 d.C.), como sumerios, acadios, egipcios, griegos o romanos. Durante este periodo el cultivo de la uva se extendió por todo el Mediterráneo, incluida la Península Ibérica, junto con el trigo y el olivo, la uva se convirtió en una gran fuente de nutrientes y el fruto del que se obtenía otro producto de vital importancia: el vino. La uva se convirtió en un símbolo de divinidad, abundancia y fiesta durante este periodo, tal y como podemos ver en divinidades como Baco, dios del vino romano; Dionisio, su homólogo griego; o Gestín, la “madre cepa” del vino para los sumerios.
La llegada de la Edad Media (476-1492) supuso un impulso en el cultivo de la uva en Europa, Próximo Oriente y norte de África. Su consumo se repartiría tanto como fruta (fresca o pasa, que favorecía su conservación) como en vino, consumo que se extendió por toda Europa y buena parte de África. Una de las regiones con mayor producción de uva durante la Edad Media fue Al-Ándalus, la prohibición religiosa del alcohol no supuso un impedimento para que la región se convirtiese no solo en uno de los mayores productores y exportadores de vino de su tiempo, sino también en uno de los mayores consumidores. Por su parte, el mundo cristiano peninsular contaba con pequeñas y medianas plantaciones de uva de las que se encargaban los monasterios y que con frecuencia dan lugar a las actuales denominaciones de origen.
Con la llegada de la Edad Moderna (1492-1789) las colonizaciones de Asia, África, Oceanía y América por parte de los europeos trasladará también cultivos como el de la uva, lo que explica las grandes plantaciones que continúan en la actualidad en lugares como California, grandes zonas de Australia, Argentina, Chile, o Uruguay. En el caso de América fueron los monjes y misioneros jesuitas los primeros en llevar uva al territorio español en México a finales del siglo XV. La implantación de la uva fue tan efectiva y productiva en el Nuevo Mundo que en el año 1522, tan solo 30 años después, la Casa de Contratación de Sevilla decreta que “todos los barcos que salgan hacia América deberán llevar cepas” para fomentar el consumo y satisfacer la demanda de la población española y nativa americana.
Los cultivos, durante estos últimos 200 años se han modernizado y protegido de distintas formas, debemos destacar el gran avance que se aplicó desde 1800, momento en el que se empieza a proteger el cultivo de la uva con paredes de vidrio y posteriormente plástico, diseñando lo que actualmente conocemos como invernaderos y que prolongan y protegen la uva de las inclemencias del clima, favoreciendo una producción mucho más abundante y sana.
No podemos dejar sin mencionar el daño que ocasionó, a finales del siglo XIX, un parásito conocido como filoxera, que atacó directamente los cultivos de uva de Europa, y en 30 años llegó a amenazar la continuidad de todos los cultivos europeos, lo que se solucionó a base de fomentar variedades resistentes los que introdujeron la vid en América del Norte, desde donde se extendió por todo el continente, pero el intento fracasó a consecuencia de los ataques de parásitos y las enfermedades. Como resultado de ello, a finales del siglo XIX la explotación de la vid en Europa sufrió un gran golpe tras la contaminación por un insecto americano llamado filoxera.
En 30 años se propagó la plaga por todos los viñedos y éstos estuvieron a punto de desaparecer, lo que obligó a adoptar las vides americanas resistentes a la plaga como patrones de la vid europea, y se obtuvieron variedades resistentes, fruto de la hibridación de ambos tipos de plantas.
En la actualidad el cultivo de la uva está muy extendido, y en El Ciruelo, luchamos por una producción sostenible, natural y con un sabor inconfundible, no dejamos de trabajar para mejorar nuestra producción de uva.